
Esta enorme suite en cinco movimientos, prolija y hermosa, comienza en la infancia tal que así:
Su artífice es la enorme Sílvia Pérez Cruz, que aparece regularmente en esta newsletter, siempre hasta ahora como colaboradora (cantaba con MARO o con su paisana Lau Noah, por ejemplo).
Veamos hoy un ejemplo de su trabajo solista.
Tras la claridad de la infancia, la juventud, segundo movimiento, es más inquietante, más oscura. Pérez Cruz va así tejiendo este viaje, poc a poc, a lo largo de una vida. Además de su voz tan peculiar, es este punto se lanza al saxo.
Sílvia Pérez Cruz es de Girona, hija de músico y poetisa. Una de esas personas que debe haber flotado en música desde la cuna, tiene un background rico como pocos, desde el clásico al flamenco o el jazz, desde el canto al piano pasando, hemos visto, por el saxo.
Se nota en la larga lista de gente de enorme talla con la que ha colaborado, los ya mencionados que han pasado por aquí, y los que no, desde Salvador Sobral al gran Javier Colina.
El siguiente movimiento de la suite es la madurez, más serena y reposada. Aquí en otra colaboración, este hermoso dúo con Natalia Lafourcade.
“Todo empezó en el confinamiento”, dice ella. Como tantas personalidades creativas, el parón de la pandemia hubo de tener su fruto. La ambición del proyecto es notable, el resultado heterogéneo y coherente.
De la vejez me encanta este tema con bello arreglo de cuerdas.
Me resulta admirable la artesanía de Pérez Cruz, su carácter a la vez popular y elaborado, la personalidad de su propuesta artística y de su ejecución, esa alternancia insistente entre el catalán y el castellano.
Cierro con la última parada de este viaje, el renacimiento, con visita incluida de Rita Payés y la inconfundible MARO.
Hasta la próxima.