Glass y el minimalismo: Hania Rani (2)
"Por su fragilidad, pero también por sus muchos colores, como el cristal atravesado por la luz."
A los pocos días de empezar la carrera, un profesor me caló al vuelo: “o sea, que te interesa el minimalismo; quizás deberías escuchar un poquito más a Webern”. Estoy parafraseando, claro, pero esta era la idea — nunca conseguí hacerle caso.
Hace unas semanas dediqué este boletín a la fantástica Hania Rani, que en particular en sus dos primeros discos se deja llevar con cierta frecuencia por los códigos habituales del minimalismo: armonías diatónicas, consonantes, circulares, repetitivas.
El comentario que comparto arriba estaba revestido de buenas intenciones (“amplía tus horizontes, joven”), pero implicaba otras menos amables (“esa música es demasiado simple”). Demasiado directa, repetitiva, consonante: estigmas que persiguen, en ciertos entornos, a esta tendencia estilística; no digamos a los Einaudi y Yann Tiersen de este mundo.
Nunca me ha convencido esta perspectiva.
Meditación
Nadie tacha de perezosa a una persona que está meditando: está quieta, pero no significa que esté inactiva; la inmovilidad exterior esconde una actividad mental intensa. Igualmente, cierta música tiene un carácter eminentemente estático, lo cual no quiere decir que no ocurra nada o que no tenga valor: es una decisión estética consciente y profunda (Beethoven was wrong…).
Contemplación
Hay un contraste característico en mucha música minimalista: el ritmo de superficie es bastante ágil, pero los cambios se producen con extrema lentitud. Por ello, alguno de los clásicos americanos (no recuerdo cuál) lo ha descrito como conducir por una de esas carreteras perdidas de las películas: el coche avanza a cierta velocidad, pero el paisaje cambia solo muy poco a poco.
Obsesión
El carácter repetitivo también puede tener un lado siniestro, agobiante, obsesivo; repetición de proceso industrial o cadena de montaje, como aquellas escenas de Tiempos modernos; de máquinas implacables que no dan respiro ni tregua. Son como el lado oscuro de esas otras repeticiones contemplativas, inmóviles, más placenteras (Tyger Tyger, burning bright…).
El minimalismo como trance
El carácter repetitivo apunta, por último, a un elemento que ya he mencionado antes (y que retorna eternamente en
): la música repetitiva y de cierta extensión puede asociarse a estados de trance, que es lo que me sugiere el caso de Rani, que tuvo mucha influencia, en momentos decisivos, de la música electrónica. Ella misma, que viene de la burbuja clásica, explica este cambio en su trayectoria, no sin cierta dosis de disculpa:I allowed myself to be myself. (…) I was a little bit back to what I loved, and to music that really moves me, and maybe it’s not so… it’s surely intellectual, but on a different level, but it’s also very emotional.
(Me permití ser yo misma. (…) Volví a acercarme a lo que amaba, a música que me emociona, y que quizás no sea… claro, es intelectual, pero a un nivel distinto, y a la vez muy emocional.)
El propio John Adams, por citar a alguien más respetado ya entre la élite musical, experimentó su camino hacia el minimalismo como cierta patada en el culo al postserialismo; su clase de composición “un mausoleo donde nos sentábamos y contábamos series en Webern”, mientras luego en las habitaciones de estudiante “nos colocábamos y escuchábamos a Jimi Hendrix”.
¿Qué te inspira esta música sencilla y repetitiva? Hay quien comparte estas sensaciones, y desde luego hay a quien le pone inmensamente nervioso, o le aburre soberanamente. ¿Algún ejemplo que debería conocer?